Hablar de salud implica incluir una buena alimentación, ejercicio físico y descanso. Pero, se puede sanar con los alimentos?

La conducta creada conscientemente y repetida con frecuencia cotidiana se le llama hábito. Ordinariamente tendemos a pensar en los hábitos como algo bastante monótono de nuestra rutina diaria: el mismo cepillo de dientes, el mismo jugo de naranja, la misma pareja.

Sin embargo, cada tipo de habilidad o de talento depende de un hábito. La fuerza del hábito es como una marejada y la mente consciente es el jinete que se balancea inestablemente en ella. Cada hábito es una empresa en la que cooperan la mente y el cuerpo. La formidable habilidad que el cuerpo muestra en los deportes o en la danza se hace posible gracias al simple hecho de que el atleta o el bailarín no tienen que pensar en lo que están haciendo. Cualquier intención, por mínima que sea, se transforma en reacciones del cuerpo y de la mente, increíblemente coordinadas.

sanar con la comida

Ellas aprovechan al máximo su coordinación mente-cuerpo gracias a la fuerza del hábito. En un mal hábito, como fumar, beber o comer demasiado, el cuerpo da todo lo que puede para acomodarse a los deseos de la mente – por ejemplo, al permitir que la presión arterial suba, que las hormonas del estrés activen la reacción de “pelea y huye” y al aumentar los latidos del corazón-, la sociedad entre la mente y el cuerpo es como un globo: si se oprime en un lado, se abulta en otro. El resultado es presión alta crónica, un sistema hormonal exhausto y un corazón sobrexcitado.

Afortunadamente no existe límite para el número de nuevos canales neuronales que la inteligencia esté dispuesta a seguir. Si queremos comenzar a crear salud en este momento, entonces tenemos que empezar a canalizar nuestra mente inconsciente por medio del hábito.

Todo lo que se necesita es estar consciente de que la rutina de la mente inconsciente se puede cambiar. La responsabilidad de toda enfermedad y su sanación reside dentro de nosotros.

Principios básicos de alimentación

  1. Prestemos atención a nuestra manera de comer

  2. Hagamos una pausa antes de comer y sentémonos en silencio (o demos gracias) para empezar a comer conscientemente.

  3. Comamos sólo cuando tengamos hambre.

  4. No debemos sentarnos a comer si estamos enfadados, nuestro cuerpo estará mucho mejor sin alimento hasta que nos sintamos bien.

  5. Tomemos el tiempo suficiente para comer, masticando bien y lentamente.

  6. Apreciemos la compañía que tengamos y felicitemos a la persona que preparó los alimentos.

7.- Evitemos comer en compañía de personas que nos hagan sentir mal. Cada vez que podamos comamos con amigos y/o familiares que empaticen con nosotros.

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Todas las culturas han vivido con estas costumbres y gracias a ellas son lo que son y han encontrado el total bienestar de una vida sana. La actitud diaria del hombre hacia la comida ha sido de agradecimiento. En sus momentos de reflexión profunda esta actitud se torna una reverencia. El alimento bueno, que se provee con abundancia y se ingiere con agradecimiento, es una señal de que el hombre acoge con satisfacción su unión con la naturaleza y ésta le responde alimentándolo bien.