El Día Mundial de la Bicicleta llega en plena pandemia y ante la necesidad de transportarse de forma segura y respetando la sana distancia, los expertos coinciden en que estamos presenciando el inicio de una revolución sobre ruedas

La pandemia de COVID–19 puso de cabeza al mundo que conocimos hasta hace unos meses. Desde entonces, nuestras definiciones de trabajo, salud, hogar y han cambiado y lo seguirán haciendo hasta que alcancemos una ‘nueva normalidad’ y la vida fuera de casa se active otra vez.

Entre todos los conceptos, uno de los que pasará por una transformación mayor será el de transporte. No es casualidad que las grandes ciudades concentren la mayoría de casos y decesos a causa del coronavirus: la densidad de población es un factor que suma a la transmisión de COVID–19 y la forma en que nos transportaremos una vez que el semáforo lo permita, deberá responder a las medidas de distanciamiento social para evitar un rebrote con consecuencias aún más catastróficas.

Una revolución de movilidad sobre ruedas

El Día Mundial de la Bicicleta 2020 llega en este contexto, donde la crisis de salud exige soluciones de transporte seguras en el regreso a la normalidad, que resulten eficaces y respeten la sana distancia. 

Por supuesto, saturar las calles de las ciudades con más y más automóviles, además de construir viaductos elevados y mayor infraestructura para vehículos motorizados no es la mejor idea para iniciar una ‘nueva normalidad’.

En las últimas semanas, el mundo ha sido testigo de cómo el encierro y las necesidades de movilidad provocaron un cambio en la forma que concebimos los espacios urbanos y el transporte. Este Día Mundial de la Bicicleta, las medidas de sana distancia aunadas a los factores anteriores, parecen pronosticar con certeza el inicio de una revolución sobre ruedas.

día mundial de la bicicleta

Día Mundial de la Bicicleta: así serán las nuevas calles

En distintas ciudades de Estados Unidos, Alemania e Italia, los gobiernos pusieron en marcha una propuesta llamada slow streets (calles lentas) que consiste en cerrar grandes tramos de calles y avenidas no principales para el tránsito vehicular y en su lugar, habilitarlos para los peatones, bicicletas y patines.

Aunque la intención original de las slow streets era ofrecer un mayor espacio a las personas para salir a la calle o hacer alguna actividad física una vez que comienza el regreso a la cotidianidad respetando el distanciamiento social, la medida provocó una recuperación del espacio público a partir de las caminatas y sobre todo, del transporte ágil y no contaminante de vecinos en bicicleta.

En Alemania, una de las recomendaciones generales para transportarse seguro es cambiar el transporte público por el uso de bicicletas, al mismo tiempo que ciudades como Berlín han habilitado carriles temporales en avenidas principales para bicis.

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Italia, uno de los países más golpeados por la pandemia, presentó un programa que consiste en ofrecer bonos de hasta 500 euros a sus ciudadanos que busquen comprar una bicicleta para utilizarla como medio de transporte en las ciudades. Además, algunas urbes como Milán iniciaron un plan llamado ‘calles abiertas’, asegurando que más de 35 kilómetros de calles en la ciudad se convertirán en vías exclusivas para bicicleta en los próximos años.

La venta de bicicletas en la mayoría de los países que comienzan a volver a la normalidad se ha disparado: en Nueva York (donde el coronavirus ha provocado más defunciones que en toda Francia o España) el gobierno anunció la apertura temporal de 100 millas de calles y avenidas para ciclistas.

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Un artículo de The New York Times explica cómo las tiendas de bicicletas en todo el país se han quedado sin stock. Las ventas de la Brooklyn Bicycle Company, una de las marcas más buscadas, se han disparado al 600 % tras el fin de las medidas más severas de confinamiento y su ejemplo aplica para la mayoría de fabricantes de bicicletas. 

En el Día Mundial de la Bicicleta, existe una amplia posibilidad de que los carriles temporales se conviertan en políticas de movilidad permanentes y que la pandemia nos lleve a imaginar alternativas de transporte menos contaminante, más seguras y baratas.

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