El amor es un proceso químico sin igual, un cóctel de neurotransmisores y hormonas que provocan pensamientos y acciones tan erráticas como apasionadas, pero ¿qué desencadena emociones tan intensas?

Aunque el amor y sus procesos aún son una incógnita para la neurociencia, hoy sabemos que el objeto más complejo jamás conocido, el cerebro enamorado del hombre, reacciona a los sentimientos de placer, deseo, felicidad, fidelidad y pertenencia a través de cuatro hormonas principales: la dopamina, serotonina, oxitocina y vasopresina.

Ellas cuatro son, en gran medida, las culpables del abanico de sensaciones (tanto positivas y placenteras como negativas y dolorosas) que sentimos cuando experimentamos lo que llamamos amor. Así funciona cada una en un cerebro enamorado:

Dopamina: placer y deseo

cerebro - amor

La dopamina es la base del placer humano y las adicciones. Está poderosamente asociada a actividades que generan estímulos positivos como escuchar música, comer, consumir drogas o enamorarse. Esta hormona responde a estímulos externos y es uno de los principales neurotransmisores que se encargan de gestionar el funcionamiento del sistema de recompensa del cerebro enamorado.

En pocas palabras, la dopamina es un ‘gancho’ que provoca placer ante un estímulo y provoca el deseo de repetir un acto o conducta para sentirlo de nuevo. En una relación, el subidón de dopamina inicial provoca esa sensación de no querer despegarse de esa persona y disfrutar al máximo su compañía. La dopamina es una de las principales culpables de generar una poderosa atracción entre dos personas que empiezan a salir y conocerse.

Sin embargo, no todo es felicidad y sensaciones placenteras: está comprobado que dosis altas de este neurotransmisor son las principales culpables de conductas irracionales como la dependencia emocional, pues se activan las mismas áreas cerebrales que con la adicción a la cocaína.

Serotonina: felicidad y plenitud

Conocida popularmente como “la hormona de la felicidad”, La serotinina es un neurotransmisor relacionado con la inhibición y los estados de ánimo. Estudios recientes han asociado niveles bajos de serotonina a problemas como ansiedad, depresión o desórdenes obsesivos-compulsivos y al mismo tiempo, han descubierto que este mismo nivel está presente en enamorados y puede hacerles sentir un carrusel de emociones que van de la euforia a la desesperación, la incertidumbre o la felicidad absoluta.

Según la Universidad de Harvard, “la atracción parece conducir a una reducción de la serotonina, una hormona que se sabe que está involucrada en el apetito y el estado de ánimo. Curiosamente, las personas que sufren de trastorno obsesivo-compulsivo también tienen bajos niveles de serotonina, lo que lleva a los científicos a especular que esto es lo que subyace a la obsesión abrumadora que caracteriza las etapas iniciales del amor”.

Esta hormona alcanza su máximo inmediatamente después de una relación sexual, alejando el deseo y provocando un efecto de relajación y saciedad. Conforme pasa el tiempo en una relación estable, los niveles de dopamina ceden su lugar a esta hormona.

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Oxitocina: satisfacción y fidelidad

El Instituto de Neurociencia de Harvard define a la oxitocina como “la hormona del amor, que provoca sentimientos de satisfacción, calma y seguridad, que a menudo se asocian con la unión de pareja”. Está científicamente comprobado que los niveles de oxitocina se disparan durante el sexo, especialmente al momento del orgasmo.

“A medida que nos apegamos más a nuestras familias, amigos y otras personas importantes, la oxitocina está trabajando en segundo plano, recordándonos por qué nos gustan estas personas y aumentando nuestro afecto por ellas”.

 Esta hormona se encarga de reforzar conexiones entre personas. Prueba de ello son las grandes cantidades que se producen en situaciones tan íntimas como la lactancia y el nacimiento. Se considera que la oxitocina ha sido esencial en la evolución humana, pues ayuda a afianzar vínculos que una vez adaptados a una sociedad organizada, se traducen en códigos morales que dan paso a instituciones como la pareja y la familia.

Vasopresina: fidelidad y pertenencia

La teoría más aceptada de la biología evolutiva afirma que la vasopresina es crucial para la reproducción y subsistencia de la especie, pues propicia las condiciones para el cuidado y la crianza infantil, interviniendo en conductas de protección paternal y atenuando el deseo sexual masculino.

La vasopresina es asociada muy a menudo con la fidelidad, pues se cree que junto con la oxitocina, es la hormona encargada de crear poderosos vínculos entre dos personas; sentimientos de afinidad y pertenencia que terminan por afianzar una relación.

No hace falta un profundo conocimiento científico de estas hormonas para afirmar con certeza que cualquier persona enamorada vive en un sube y baja, una montaña rusa de emociones que pasan de la euforia de sentirse amado a la tristeza de pensarse rechazado en cuestión de segundos. Es probable que tampoco haga falta entenderlas a fondo, pues el amor es un sentimiento tan poderoso que nos domina y va más allá de todo lo racional.

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